Ahora que llevamos una semana confinados, he tenido tiempo para pensar y digerir un poco más la excepcional situación por la que estamos pasando. Después de siete días encerrada, con algunos más llevaderos que otros, he podido pararme a pensar en el masivo efecto mariposa que nos ha tocado vivir. ¿Cómo es posible que la casual elección de un plato tradicional en China, haya desencadenado el colapso de las economías en Europa, el cierre de fronteras, continentes paralizados y miles de muertos y afectados? Es casi imposible hacerse a la idea de que una situación anecdótica, mínima y tan remota, haya provocado consecuencias de proporciones tan épicas. Una realidad de ciencia-ficción que supera todos los guiones que llevamos años subestimando. Cuando nos creíamos tan listos, que lo habíamos visto todo, el mundo nos ha retado al siguiente nivel.
Relaciones
-
El amor en tiempos de coronavirus
Sigue leyendo10 comentarios -
La mejor cita de tu vida
Hablaba en Londres con mis amigas hace poco de las citas que habíamos tenido recientemente. Como siempre en los viajes que hacemos, hablamos tanto y pasamos tanto tiempo poniéndonos al día, que vuelvo siempre a casa a tope de energía, a cero en la cuenta, afónica de tanto hablar y con la lista del iPhone repleta de cosas que investigar, lugares a los que ir, tratamientos de belleza que probar e ideas sobre las que escribir… como ésta.
Divagando sobre los hombres, las relaciones presentes y las pasadas, acabamos hablando con entusiasmo y sin darnos cuenta de aquellas citas que realmente nos habían marcado. No fue porque el hombre con el que las pasamos fuera el de nuestra vida, ni porque era especialmente una fecha señalada; fue por situaciones espontáneas que se dieron sin más con el hombre de nuestro día y las recordamos con ese cariño y esa gracia que rejuvenece cuando la rememoras con los años, esas historias que al invocarlas te iluminan y te sacan la sonrisa cuando te acuerdas de LO BIEN que lo pasaste. Días con gracia, irrepetibles, únicos por cualquier chorrada que nos hizo sentir… vivas.
Contaba mi amiga Natalia que en su primera quedada con un tío con el que llevaba un tiempo hablando y de camino a la terraza en la que se supone que iban a tomar una cervecita de jueves para conocerse mejor, acabaron uniéndose a una batucada que pasaba por la calle y comprando las cervezas a los vendedores ambulantes mientras bailaban por Lavapiés. Después de una resaca y un montón de mensajes de viernes en los que aún duraba la magia, se vieron unas cuantas veces más pero la historia no llegó a mayores. Fue uno de esos días de química, de dos personas que encajan, fue el carisma, el calor, la circunstancia, fue el momento.
La mía fue un día de lluvia hace mil años en el que me recogieron en coche para ir a Mejorada del Campo a ver la Catedral de Basura y cómo flipé, cómo lo sentí mágico. Fue ese plan tan aleatorio, la magia de una catedral hecha con el poder de la voluntad… fue todo. Recuerdo también un cita con un ligue de verano, en el que en pleno agosto al candor del calor abrasador que sólo se cuece a las tres de la tarde en un Madrid cualquiera, decidimos que el único sitio fresquito de la ciudad era el Museo del Prado (por ejemplo) y nos fuimos a hacer el moñas por ahí, partirnos de risa y fijarnos en todo menos en los cuadros. Chorradas, planes inesperados, personas efímeras (o no) que pasan por tu vida pero sobre todo, fue el momento. Aquel día que no quisiste estar en ningún otro sitio, ese otro tú que conociste, cómo te partiste. Atesoradas en la memoria, son anécdotas que durarán 100 viajes con amigas.
Así que me encantaría saber, como me encantó saber cuál fue el regalo que más ilusión os hizo nunca, cuál has sido la cita que más habéis disfrutado de vuestra vida. Sin cursiladas, ni momentos de peli, ni tíos de tu vida, ni anécdotas que te hicieron pensar en el futuro. Hablemos de El Momento, de ese día en concreto, esas horas, en las que te lo pasaste como una enana.
p.d: cómo me ha costado volver a escribir, qué difícil es ponerse cuando la rutina te deja tan poco espacio. Además quiero escribir posts tan largos y tan elaborados, que nunca encuentro tanto tiempo para sentarme a prepararlos, así que, en aras de la eficiencia y de seguir haciendo lo que más me gusta, que es escribir aquí, voy a intentar combinar posts largos con otros más cortos como éste, para que no pase tanto tiempo sin que nos volvamos a leer. Un abrazo y gracias por seguir viniendo!
p.d 2: sobre la soltería y cuál fue el regalo de boda que más significó para ti.
-
Por qué emociona Lalaland
Lalaland levanta ampollas entre mi grupo de amigos. Que se trata de un peliculón musical híper emocionante es un hecho en el que todos coincidimos pero es en el final en el que se nos pone la piel de gallina y los nervios de punta. Entre batallas sobre su significado se escuchan breves silencios de individuos aislados que se trasladan a su propia historia… ¿cuál es el verdadero mensaje?
Para mí, Lalaland habla de las decisiones que tomamos. Las renuncias que nos hacen quienes somos, habla de amor. No amor del simple, del obvio, del “te quiero y tú a mí y todo bien”, habla del amor generoso, el de la renuncia, el que no quiere cambiar al otro. El amor que hace crecer a la pareja y que trasciende a uno mismo buscando genuinamente que el otro sea feliz. Hay un tipo de amor, oculto bajo muchas capas del amor de libro, que se activa sólo con determinadas personas que realmente remueven lo más profundo de nosotros. Un amor que, pese a lo vivido y todo lo sentido, entiende que es hora de dejar ir. Como en todo, los sentimientos vienen también en pareja. Todo amor viene siempre acompañado de su dosis equitativa de egoísmo, que es el pegamento que nos hace retener a una persona porque la queremos para nosotros mismos o el repelente que nos permite dejarla marchar para seguir adelante con nuestros propios sueños, como si entendiéramos a nivel celular, que a donde ellos quieren ir, nosotros no podemos o no queremos seguirles. Ella se va a París, él se queda en Hollywood abriendo su bar de jazz, ambos se desean suerte al hacer aquello que siempre quisieron. Una trama cliché hasta cierto punto, PERO:
Aquí es donde empieza lo mejor de la película: la tensión. Empieza la magia, se te pone la piel de gallina. Ella entra en el bar de él, años más tarde. Ve el logo que ella le diseñó, entendemos rápidamente que cumplió su sueño, se ven en la distancia, se cruzan miradas, sobrecogidos; más tensión. Ella se sienta, ese foco directo a las manos de él al piano, esas primeras notas de su canción que es casi un lamento, un llanto. Por cumplir un sueño renunció a otro. Los espectadores entendemos que la está llamando y entonces, empiezan a imaginar todo lo que pudo haber sido, la felicidad que podrían haber compartido, todo lo que podrían haber conseguido juntos. Si sólo hubieran reaccionado de otra forma, si las cosas hubieran sido de otra manera… La tensión se aplaca con música más liviana dejando resbalar las lágrimas del espectador. Número de jazz, Broadway, baile. Comprendes cuánto se echan de menos y quizá en ese momento ya no estés pensando en ellos y estés pensando en ti, en tu historia, en todo lo que pudo haber sido. Ya no estás allí.
Y sin embargo.
Aquello que elegiste te hizo tan feliz, como pudo haberlo hecho aquel que ahora echas de menos. La película anuncia que no hay un sólo camino para nosotros, habla de los multi-universos y de cómo escogemos con cada decisión, nuestra propia aventura. Es la magia de esa tensión generada, esa capacidad que tiene el cine de transformar mensajes complejos en historias sencillas entendibles por cualquiera, hasta el punto de cambiarle o removerle. Una película que entre bailes pone de manifiesto que no siempre nos quedamos con la persona que más nos enseñó, la que más nos quiso o la que más creyó en nosotros. Que muchas veces estos individuos tenían misiones fugaces de convertirte en quien eres para luego vivir exclusivamente en tu recuerdo. Se deconstruye el mito de que nuestra pareja lo tiene que ser todo: la que nos lo ha dado todo, la que más nos quiere, la que nos completa. Estamos hechos de muchas personas.
Sólo cuando él toca el piano, en ese encuentro casual, revives por una fracción de segundo la intensidad de lo querido y piensas en todo aquello que pudo haber sido, en tu propio final alternativo. Sólo una fracción de segundo… antes de volver a tu asiento, mirar a un lado y recordar que no lo hiciste tan mal después de todo.
Si sólo las decisiones que tomamos en la vida real fueran acompañadas de números musicales…
Entonces todo sería perfecto.
Por las películas que nos siguen haciendo soñar.
June
-
La Isla de los Sentimientos
Érase una vez una isla en la que habitaban todos los sentimientos, la Alegría, la Tristeza y muchos más, incluso el Amor. Todos los sentimientos estaban allí.
Un buen día la isla comenzó a hundirse y todos los sentimientos cogieron sus barcas y escaparon. Todos menos el Amor, que se quedó hasta el momento final porque fue el último en perder la esperanza; sólo cuando la isla estaba a punto de sumergirse bajo el agua, decidió pedir ayuda.
La Riqueza pasó muy cerca del Amor, en una barca lujosísima y el Amor le preguntó –Riqueza, por favor, ¿puedes llevarme contigo?-.
–Yo no puedo -respondió la Riqueza- porque llevo tanto oro y plata que no queda sitio para ti-.
El Amor llamó entonces a gritos al Orgullo que en aquel momento pasaba en una barca preciosa. –Orgullo, por favor te lo pido, ¡llévame contigo!-.
–Amor, no puedo– contestó el Orgullo- podrías destruir la perfección de mi barca -.
Un poco más tarde pasó la Tristeza en su barca vacía: – Tristeza, te lo ruego, llévame en tu barca-.
– Lo siento, Amor, pero estoy tan triste, que necesito estar sola– le dijo.
Pasó también por delante la Alegría, que estaba tan contenta que ni siquiera escuchó las súplicas del Amor.
El Amor, desesperado y apunto de perder la esperanza, escuchó de pronto una voz:
– Ven, Amor, yo te llevaré conmigo– le dijo un viejo.
El Amor estaba tan feliz de que por fin alguien lo hubiera salvado que olvidó por completo preguntarle su nombre al extraño anciano.
Cuando llegaron a tierra firme de nuevo, el viejo se marchó y el Amor sintiéndose en deuda, preguntó a la Sabiduría cuál era el nombre de su salvador para agradecérselo: – Sabiduría, ¿sabes quién me ha ayudado?-.
Y la Sabiduría respondió: – Ha sido el Tiempo, porque sólo él es capaz de comprender, lo importante que es el Amor en la vida-.
****
Este texto es una interpretación libre del relato de La Isla de los Sentimientos de Jorge Bucay.
Esta fábula fue leída en la boda de mi amiga Milena y me pareció uno de los relatos más bonitos que he escuchado en mucho tiempo y unas palabras perfectas para cualquier pareja que esté a punto de embarcarse en esa aventura.
Ilustración de The Picture Garden
-
El día en que te convertiste en una línea
Durante años me obsesionó convertirme en una línea de diálogo. Cuando lo dejé con mi primer novio me torturaba la idea de que nuestra relación completa, con años de crecimiento, amor profundo y anécdotas infinitas, se redujera a una línea casual entre dos amigas: – Ah, sí, ¿éste? Tuvo una novia durante muchos años y lo dejaron-. A pelo. Me aterrorizaba que algo que para mí fue tan profundo, tan especial y tan importante en mi vida para siempre pudiera convertirse en una mierda de frase de apenas diez palabras que me transportara de una patada al Planeta Ex, con todos los “estuvieron diez años juntos, conoció a otra en dos meses y se casó” o los “le dijo que era lesbi“. Insoportable.
Desde entonces pienso en la capacidad que tienen las palabras de contraer el espacio-tiempo, comprimiendo en su trazo profundos sentimientos de agonía, amor, generosidad o rechazo que van mucho más allá de las relaciones. Todos hemos sido víctimas de una anécdota alguna vez. Por ejemplo, “a su padre le dijeron que le quedaba un mes de vida cuando fue a donar sangre“, “su hermana murió atropellada” o “tuvo anorexia“, incluso “su novia le plantó en el altar y se fue un año a la India“. Detalles morbosos de la vida de los otros, historias que se debaten entre la lástima y la humillación formuladas por personas sin malas intenciones, distraídas. Estigmas que despiertan compasión, sorpresa y preguntas. Me asombra como en una frasecilla se resumen, sin cursiladas, los que probablemente hayan sido los momentos más decisivos, cambiantes y fuertes de toda tu vida. Me alucina que una línea lanzada al aire dé exactamente en el brutísimo quid de la cuestión y a la vez, qué bestia, qué pobre, qué limitante. Cómo una línea escueta pueda condensar el dolor, la desesperación, la confusión, la rabia, la superación, la nostalgia, la alegría, la intimidad y los mil secretos de la vida que aprendiste cuando tus vivencias daban sentido a esa frase; todo aquello que de repente comprendiste. Cómo las palabras, pueden contener profundas y misteriosas implicaciones secretas que recogen escenas que nuestras mentes son incapaces de imaginar si no las viviste en primera persona y las encierra, calladas, oscuras, en las profundidades de sus surcos, esperando a que alguien, un día, repare en ellas, desempolvando toda la sabiduría humana que encierran y piense, realmente, en lo que implica la línea que acaba de decir.
p.d: Buena gente que te presenta a más buena gente, gente de viernes y la vida sin drama.
p.d 2: la capacidad de emocionar.
-
Sobre la gente
La gente, ese colectivo de raza moral inferior a la nuestra. Gente es el nombre con el que denominamos, a menudo con desprecio, a todos aquellos maleducados, inoportunos y ridículos seres de apariencia similar a la nuestra que se dejan en evidencia ante nuestros ojos. La gente, esa casta mezquina y estúpida que nos hace preguntas indiscretas, saca conclusiones precipitadas sobre nuestra vida, comparte comentarios terriblemente gratuitos e hirientes o nos deleitan con apreciaciones sorprendentemente mongólicas que ponen de manifiesto los prejuicios que han barruntado sobre nuestra existencia en cualquier triste trayecto de metro. Estas miradas vacías las de la gente… Esos valientes idiotas. Esa masa de personas bobas que nos da donde más nos duele, que no tiene empatía, que no se hace cargo de nuestra situación, esa gente. Esos que se quejan por todo, te insultan veladamente o te llaman tonto a la cara, esos que prodigan alegremente opiniones nunca solicitadas. Esos zafios que se cuelan, arramplan con lo gratis, mienten o incluso roban con tal de ahorrarse unas perras que malgastarán en cualquier otro vicio. Esa gente tan desconsiderada, tan ponzoñosa, tan egoísta, tan cargada de razón, tan ciega, tan vacía, tan torpe y tan tonta, tan charlatana es la gente.
Me pregunto a menudo cuándo todos y cada uno de nosotros hemos sido denominados “gente” por otras personas que conocemos, a las que queremos incluso. Cuántas veces habremos formado parte de esa masa uniforme de desgraciados y gilipollas sin formas…
Cuanto más lo pienso, más callo y más considerada me vuelvo con los sentimientos ajenos.
Muchas veces la mejor empatía es el silencio.